La punta de lanza de todo buen cristiano debe ser siempre un testimonio de alta integridad. Más allá de lo que decimos con palabras, nuestra vida debe hablar con hechos.
No se trata solo de predicar, sino de vivir lo que predicamos. Porque cuando alguien observa a un verdadero siervo de Dios, no necesita escuchar grandes discursos. Basta con ver su conducta para decir:
"si realmente existe un Dios en los cielos, y si verdaderamente tiene siervos en la tierra, este hombre —o esta mujer— es, sin duda, uno de ellos."
La honestidad y la integridad no son opcionales en la vida cristiana. Son parte de nuestro llamado. Como dice la Escritura:
“ el justo camina en su integridad; sus hijos son dichosos después de él.”
(proverbios 20:7)
Y también:
“ porque proveemos honestamente no sólo delante del Señor, sino también delante de los hombres.”
(2 corintios 8:21)
Que tu vida hable más fuerte que tus palabras. Que tu ejemplo refleje a Cristo, aun cuando nadie te esté mirando.
La verdadera dignidad del cristiano está en su honestidad.
_________________________________________
COMPARTE EN TUS REDES SOCIALES!