Por experiencia propia sé lo decepcionante que puede ser confiar en el Señor y, aun así, ver que todo parece haberse perdido. Que las puertas se cierran, que los sueños mueren, y que la derrota final se asoma sin que nada ni nadie pueda evitarlo.
Pero quiero que sepas algo importante: ese es el momento de Dios. Ese es el punto exacto donde Él demuestra que es Dios, y nosotros no lo somos. Es allí donde nuestra fe debe correr la milla extra (Mateo 5:41), donde los verdaderos creyentes se diferencian de los que solo lo son de palabra.
Moisés vivió ese tipo de momento. Frente al Mar Rojo, con el ejército del faraón acercándose por detrás y sin escapatoria aparente, él escogió creer. No había alternativas humanas, no había lógica ni estrategia militar que lo salvara. Pero entonces, habló al pueblo con valentía y fe:“ no temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis.”
(éxodo 14:13)
Y así fue. El mar se abrió, Israel cruzó en seco, y los enemigos fueron derrotados delante de sus ojos. Cuando todo parecía terminado, Dios apenas estaba comenzando.
Así que si estás en un momento en que todo parece perdido, sin respuestas, sin fuerza, sin esperanza… no olvides que en el universo de Dios, todavía no es necesariamente el final. Él es especialista en obrar en lo imposible. Es en la oscuridad donde más brilla Su luz. Y es cuando ya no puedes más, que Su poder se perfecciona en tu debilidad (2 Corintios 12:9).
Sigue creyendo. Camina por fe. Dios no ha terminado contigo.
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